domingo, 24 de marzo de 2013

Me gustaría compartir con vosotros una ilustración que usé en una predicación y que nos enseña cómo en ocasiones cuando parece que Dios nos está quitando algo que creemos necesitar mucho, acaba siendo una bendición en nuestra vida.

Un hombre temeroso de Dios salió un día en un viaje en avión. Uno de los motores falló y tuvieron que hacer un aterrizaje forzoso en el océano. Casi todos murieron pero este hombre consiguió agarrarse a algo y estuvo varios días a la deriva hasta que llegó a una isla deshabitada.
El hombre intentó subsistir como pudo y consiguió hacerse una pequeña cabaña con mucho esfuerzo. Un día se dió cuenta que su casita estaba totalmente en llamas y entonces, con el rostro cubierto de lágrimas el hombre exclamó: !Cómo es que el Señor puede dejar que me ocurra ésto cuando sabe cuando necesito yo esa casa! ¿cómo no tienes compasión de mi?
En ese mismo momento, una mano se posó sobre su hombro 6y alguien le hizo una pregunta. Al levantar la vista se quedó asombrado al ver a un marinero. El marinero le dijo que habían venido a rescatarlo, a lo que el hombre contestó con una pregunta: ¿Cómo supieron ustedes que yo estaba aquí? El marinero le contestó: !Ah, amigo! vimos sus señales de humo pidiendo socorro.
28 Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. (Romanos 8: 28)
Me gustaría compartir con vosotros una ilustración que usé en una predicación y que nos enseña cómo en ocasiones cuando parece que Dios nos está quitando algo que creemos necesitar mucho, acaba siendo una bendición en nuestra vida.

   Un hombre temeroso de Dios salió un día en un viaje en avión. Uno de los motores falló y tuvieron que hacer un aterrizaje forzoso en el océano. Casi todos murieron pero este hombre consiguió agarrarse a algo y estuvo varios días a la deriva hasta que llegó a una isla deshabitada. 
   El hombre intentó subsistir como pudo y consiguió hacerse una pequeña cabaña con mucho esfuerzo. Un día se dió cuenta que su casita estaba totalmente en llamas y entonces, con el rostro cubierto de lágrimas el hombre exclamó: !Cómo es que el Señor puede dejar que me ocurra ésto cuando sabe cuando necesito yo esa casa! ¿cómo no tienes compasión de mi?
   En ese mismo momento, una mano se posó sobre su hombro 6y alguien le hizo una pregunta. Al levantar la vista se quedó asombrado al ver a un marinero. El marinero le dijo que habían venido a rescatarlo, a lo que el hombre contestó con una pregunta: ¿Cómo supieron ustedes que yo estaba aquí? El marinero le contestó: !Ah, amigo! vimos sus señales de humo pidiendo socorro.
28 Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. (Romanos 8: 28)

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