BREVE BIOGRAFÍA DE ERIC LIDDELL
Eric Henry Liddell nació el 16 de enero de 1.902, al norte de China. Fue el segundo hijo de Rev y James Dunlop Liddell, misioneros de La Asociación Misionera de Londres.
Aunque nació en China, fue educado en Europa, en el colegio Ethan, situado en Blackhath. En 1.920 se inscribió en la Universidad de Edimburgo, hasta su graduación, en 1.924.
Terminados los Juegos Olímpicos de París y habiendo concluído sus estudios, Eric volvió a China, esta vez como misionero. Desarrolló su vocación entre los años 1.925 a 1.943.
En 1.934 se casó con Florence Mackenzie, una misionera canadiense con quie´n tendría tres hijas: Patricia, Heather y Maureen.
En 1.941, ante la peligrosa situación que se avecinaba, Eric decidió enviar a su familia a Canadá, pero él se quedó. En 1.943 pasó a trabajar tras las líneas japonesas como profesor de matemáticas y supervisor de deportes. Poco después fue internado en el campo de Weishien, donde dos años más tarde moriría.
Hay una frase de Liddell que ha pasado a la posteridad, y que dice así: Dios honra a sus fieles, y ÉL honrará tu obediencia con una vida que trasciende hasta la eternicad. La entrega total a Cristo es la victoria total.
LOS JUEGOS OLÍMPICOS DE PARÍS
Precisamente este fue el ejemplo que dió Eric Liddell en esos históricos y memorables Juegos Olímpicos. Un ejemplo de obediencia y fidelidad al Señor.
Una semana antes de la competición de los 100 metros que era su especialidad, cambiaron el día de la carrera para el domingo, y él se negó a participar porque consideraba que era el día que se debía dedicar sólo a Dios.
Ese domingo, como era su costumbre, fue a la iglesia en París. Fue la burla de toda la prensa internacional, y aún en Escocia, su tierra, se lamentaron y burlaron por haber enviado a las olimpiadas a un fanático religioso.
El miércoles, tres días después, se había de llevar a cabo la carrera de los 400 metros. Liddell no estaba inscrito porque no era su especialidad pero el atleta que debía correr se sintió indispuesto y la única opción era que corriera Eric; y así se acordó.
Unos momentos antes de la carrera, un corredos americano se le acercó y le entregó un papelito que ponía: Dios dice en las Sagradas Escrituras- Yo honro a los que me honran.
Liddell corrió aquella carrera con la cabeza levantada y los ojos puestos en el cielo, y terminó primero con una distancia de cinco metros sobre el segundo .
Batió el récord mundial, el cual nadie pudo alcanzar en los siguientes veinticinco años.
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