sábado, 28 de febrero de 2015

RELATOS INSPIRADORES: ¿EL AYUNO Y LA ORACIÓN SON REALMENTE EFICACES?

Cuando Slaviza tenía trece años de edad, ella y sus cuatro hermanos quedaron huérfanos. Entonces Slaviza decidió hacer lo que pudiera para atender a las necesidades de su familia. Cada día trabajaba durante muchas horas. De esa manera, fueron pasando los años, hasta que ocho años después se encontró enferma de tuberculosis. Su cuerpo no pudo soportar tanto esfuerzo continuado.
Pronto debió de ser ingresada en el hospital. Mientras estaba tan afligida, una noche tuvo un sueño que la impresionó mucho. Slaviza creyó ver a Jesús en el sueño. Él llevaba un libro bajo el brazo, y la miraba atentamente a su rostro y le preguntaba:

-Slaviza, ¿estás bien hoy?
- No- contestaba ella-, estoy muy enferma.

El hombre del sueño abríua el libro y lo colocaba delante de ella, y señalándolo le decía:

-Lee este libro y sanarás.

Slaviza esra católica y un día le visitó el cura. Ella le contó el sueño pero el cura le dijo que lo olvidara, y le dejó un pequeño libro con leyendas acerca de los santos. Slaviza notó que ese no era el libro del sueño.
Durante su estancia en el hospital Slaviza tenía una compañera también enferma que era musulmana. Un día un hombre fue a visitas a esa mujer, y el hombre fue a coger una revista que estaba en su mesita, más la mujer le dijo que era una publicación para mujeres y el hombre desistió. Entonces Slaviza le pidió permiso para hojear la revista, la cual resultó ser una publicación adventista.
Unos días después, la mujer musulmana tuvo la visita de un pastor adventista, quién dio algunas publicaciones a Slaviza, entre ellas, el libro que había visto en el sueño.
Con el tiempo Slaviza aceptó el mensaje adventista y se bautizó.
Un día el neumólogo le dijo con franqueza que no había ninguna esperanza para ella, y que sólo viviría a lo sumo unos pocos meses más. Ante esta confesión, Slaviza se pasó todo el día llorando hasta que recordó el sueño y el preciosos libro que había visto en él, junto con la promesa que Jesús le había hecho de que sanaría si lo leía. Con renovado fervor, tomó su Biblia y comenzó a leer, hasta que llegó al lugar donde se describe como Cristo había levantado a Lázaro de la tumba; y entendió que para Dios nada es imposible.
Con mucho ánimo, Slaviza pidió a los miembros de la iglesia que oraran por ella y ella aceptó en su corazón que Dios la mejoraría en su enfermedad.
Mandaron a Slaviza a un sanatorio. Después de minuciosos exámenes, diez médicos le confirmaron su gravedad y le aseguraron que moriría.
En el sanatorio se corrió la voz de su inminente y segura muerte y todos sentían compasión por ella hasta el punto de incomodarla, de manera que decidió volver a su casa.
Cuando llegó, confió sus preocupaciones al mayor de sus hermanos y a los miembros de su iglesia. Ellos hicieron un día de ayuno y oración por Slaviza. El caso es que poco después Slaviza comenzó a sentirse mejor y a recuperar peso.
Después de tres meses volvió al especialista que le había enviado al sanatorio y el médico le miró como si no pudiera creer lo que veía: ¿Qué te ha pasado? El médico ordenó inmediatamente un exámen completo y detallado y luego de estudiar los resultados le dijo: "Estás completamente curada, todas las cicatrices de los pulmones han desaparecido. Ésto es increíble".
Después de un año, Slaviza decidió volver al sanatorio para dar su testimonio para la gloria de Dios. Se entrevistó con uno de los médicos que le habían sentenciado a muerte, y éste no se lo creía. Pero Slaviza llevaba el resultado del último análisis de sangre y las radiografías que le habían hecho allí, y se las mostró.
Me preguntó: ¿Qué hizo para recuperarse? y contestó: "Usted me dijo que moriría, pero Dios me sanó".
A lo largo de su vida, Slaviza ha llevado a cuarenta personas al Salvador gracias a su testimonio personal.

Como veis, para Dios no hay nada imposible. Y desde este blog pido que si hay alguien que quiera contar su testimonio, sería de un gran apoyo para todos los que estén dispuestos a leerlos y a confiar en las promesas del Señor.