viernes, 20 de septiembre de 2013

MEDICINA: SANGRAR PARA SANAR




Los médicos renacentistas siguieron la doctrina hipocrática, según la cual las enfermedades eran el resultado del desequilibrio entre los cuatro humores del cuerpo. Para curarlas utilizaron la sangría del paciente. Pensaban que esta terapia devolvía al organismo el equilibrio entre la sangre, la flema, la bilis amarilla y la bilis negra.
La flebectomía general era la denominación clínica de la sangría más radical, que se llevaba a cabo con una lanceta mediante la cual se realizaba una incisión en las extremidades o el cuello del paciente.
Los médicos renacentistas creían que a través de esta cirugía podían curar la neumonía, la viruela, las convulsiones nerviosas, las cefáleas agudas y otras enfermedades. Lo cierto es que, lejos de mejorar, los pacientes se arriesgaban a empeorar o morir en el intento. Una variante menos agresiva era la sangría local con las aplicaciones de sanguijuelas, cuyas mandíbulas se adherían a la piel y chupaban la sangre de la zona cutánea donde habían sido colocadas.

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