jueves, 15 de agosto de 2013

DIARIO DE UNAS VACACIONES: LANZAROTE



El viernes nos levantamos temprano para ir a la excursión más espectacular que puede hacerse en Lanzarote. Después de desayunar nos acercamos al punto de reunión, donde el autobús nos recogió, y comenzamos una touné por los diferentes hoteles hasta que el autobús quedó lleno. Por fín nos dirigimos hacia el Parque Nacional de Timanfaya.
Pero antes de adentrarnos a explorar hicimos una parada para aprender a montar en camello. Yo tenía la esperanza de poder evitar pasear en camello pero ni siquiera me preguntaron, así que me subí deseando que todo saliera bien. Yo dudaba que aquel animal pudiera levantarse del suelo para emprender la marcha sobre todo pensando en sus finas y largas patas que no parecían muy fuertes y estables. Pero el animal se levantó como si no llevara ninguna carga y todos los camellos comenzaron su recorrido. El movimiento del cuerpo encima de un camello es de contínuo vaivén, pero mola bastante. Lo malo llega al bajar la montaña porque da la sensación de que te resbalas. !Tranquilos! No os asustéis, porque hasta los niños superan la prueba y, al final, hasta le coges cariño al camello.

Después de esta experiencia, nos dirigimos al Parque y lo primero que hicimos fue presenciar una demostración de cómo las cenizas del volcán aún están calientes.
Acto seguido, pudimos ver como un fajo de hierba se incendiaba debido al calor del interior de la tierra.



A continuación, otra demostración más que nos dejó con la boca abierta.

Después proseguimos con la visita a un restaurante que utiliza energía volcánica para cocinar.


Seguidamente volvimos al autocar para realizar el paseo más fantástico de nuestras vidas. Un paseo que sólo puede hacerse en autocar. Un viaje hacia el interior de la zona volcánica que os animo a que lo hagáis en algún momento de vuestra vida porque es una experiencia única. Contemplar el adusto paisaje, los inmensos cráteres, las carreteras con unas curvas imposibles...



Cuando terminamos esta aventura, nos dirigimos a coger fuerzas a un restaurante en el que pudimos degustar una comida sencilla pero bastante variada.
Cuando hubimos comido, reanudamos viaje y nos trasladamos a ver los jameos del agua.



Son una serie de cuevas producidas por la lava.

Por último, fuimos a una zona en la que se ve como el mar se adentra en unas coberturas y cuando el oleaje es muy fuerte, se estrella en las coberturas salpicando el agua hacia unos orificios.
Llegamos al hotel cansados pero emocionados de esta excursión que por supuesto recomendamos.

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