domingo, 11 de agosto de 2013

DIARIO DE UNAS VACACIONES: LANZAROTE

Al día siguiente que era jueves, nos levantamos, nos arreglamos y fuimos a desayunar. El desayuno fue muy variado y exquisito. Había café, leche, frutas, huevos, tortilla de patatas, patés, mantequilla, mermelada variedad de panes, pan con tomate, quesos, embutidos, yogurts caseros, etc.
Una vez que hubimos desayunado nos acercamos a una reunión informativa para que supiéramos las diferentes excursiones a las que podíamos acceder y si deseábamos alquilar un coche lo podíamos hacer con ofertas especiales.
Nosotros nos apuntamos a dos excursiones de todo el día: Una que hacía un tour por el Parque Nacional de Timanfaya y las zonas más volcánicas, y otra que abarcaba la zona norte de la isla y en la que se daba un repaso a la obra de César Manrique; y además pedimos información para alquilar un coche.
Después de pagar las dos excursiones, nos llevaron a un lugar donde alquilar el coche. Escogimos un coche de clase C que nos salió por unos 120 euros, seis días. Era un Hyundai i20 de tan sólo tres años de antigüedad de color rojo.
A continuación nos fuimos con el coche a pasear un poco. Como a mi esposo se le había averiado el GPS del su móvil, decidimos ir a comprar uno de coche a algún centro comercial. Buscamos por las afueras de Arrecife, que es la capital de Lanzarote, pero no encontramos variedad de ellos. Luego buscamos por el interior de Arrecife, en vano. Al final encontramos un centro comercial pero tampoco tenían la marca que buscábamos. Decidimos comer en ese centro comercial persando que habría algún restaurante pero sólo encontramos un burger king.
Por la tarde, volvimos al hotel y descansamos un rato en el hotel. Antes de cenar, decidimos ir a la piscina y descubrimos que el agua era caliente e ingenuamente creímos que en esas latitudes el agua tenía esa temperatura.
Después de un maravilloso baño y de un rato de descanso en la tumbona, volvimos a la habitación y nos preparamos para la cena.
Más tarde hicimos un paseo por el paseo marítimo al que se accedía directamente desde el hotel y descubrimos un restaurante que hacía paellas vegetarianas, entre otras cosas. La idea de comer en primera línea de mar nos sedujo y decidimos que el domingo gustaríamos de esos maravillosos manjares.
Con una sensación de calma total (a pesar del contínuo viento) nos dirigimos a nuestra habitación puesto que al día siguiente nos esperaba una gran excursión donde comenzaríamos a desentrañar los secretos de esta bella isla.
  

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